A sus 7 años, Pía ya da ejemplo de la emoción que genera el fútbol.
Fotografía: Cortesía
Hace algunas semanas, se hizo viral un video grabado en el estadio Mario Alberto Kempes, donde una niña lloraba de emoción al ver jugar a Talleres de Córdoba, alentando con un peluche en la mano.
La niña se llama Pía Tello, tiene 7 años, es hija de Cristian y Noelia y desde que comenzó a tener uso de razón se volvió hincha de la “T”, algo que puede verse como una fuerte herencia familiar:
“Todos en la familia somos hinchas. Mi papá era hincha de Talleres y como vivíamos cerca al estadio me llevaba seguido. Cuando me casé con mi esposa íbamos juntos a la cancha, después comencé a ir solo y luego Zoé -la hija mayor-, quiso empezar a ir conmigo”, afirma Cristian.
La pasión por Talleres se convirtió en parte de la herencia familiar.
Esa herencia que recibió Zoé (actualmente con 14 años), se trasladó a Pía (7) y seguramente en algún momento llegará a Fiamma (1). Ahora bien, la familia también tiene a alguien más que alienta al equipo “desde la tribuna más alta”, como suelen decir algunos aficionados, pues Maite, otra de las hermanas, falleció justo después de que Noelia dio a luz.
Un idilio que nació en la cancha
Cristian y Noelia se conocieron de jóvenes, cuando él tenía 19 y ella 16. Para ella, la pasión por Talleres no llegó por herencia, pues sus hermanos son de Belgrano, pero eso no hizo menos fuerte la pasión:
“A uno le dicen que por ser mujer no lo va a entender, pero a mí se me contagió esa pasión. Cuando empecé con Cristian, él salía a las 10 de la noche de trabajar y corríamos para a los partidos. Dejé de ir después de los embarazos, pero eso es algo que te marca: la gente, allá se unen todas las clases sociales, corremos todos por el mismo fin”.
Es por esa razón que Noelia le da tanta libertad a sus hijas para que vivan el fútbol de la misma manera: “Ellas lo viven muy libremente, aunque solo no me gusta que se pongan tan mal cuando el equipo pierde, pero las entiendo porque también he visto llorar a su papá”.
La pasión que se hizo viral
El video de Pía conmovió a la comunidad futbolera por la emoción que transmitía a su corta edad, pero, también, porque conservaba elementos propios de la niñez: “Yo llevo mi osito a la cancha, se llama Pepe y es de la buena suerte. Siento una pasión de ver a mi equipo y a los jugadores, eso siempre me llena de alegría”, comenta Pía.
Pepe, como llama a su osito, siempre la acompaña a la cancha.
En ese corto trasegar por la vida de una aficionada por el fútbol, ya ha tenido la oportunidad de acercarse a los jugadores que considera sus ídolos. En su último cumpleaños recibió la invitación a un entrenamiento del equipo en su sede deportiva y allí recibió un regalo especial: los guantes del arquero Guido Herrera:
“Ese día me sentí como una estrella que volaba en los sueños, porque quería conocer a Guido y se me cumplió”.
Pía, además, es el ejemplo de que muchas veces el fútbol no se vive únicamente en la tribuna, pues además de disfrutar ir a la cancha también goza jugar a la pelota con sus compañeros de colegio -donde cursa segundo grado-.
Esta niña, hija de un mecánico y una emprendedora, ahora sueña con ser maestra de gimnasia, sin dejar de lado su pasión más grande, que es ir al estadio y cantar “muchachos, traigan vino juega Talleres”.