Por: Santiago Rendón Londoño
Cuando Óscar Cardona vio por primera vez a la Selección Colombia del 90′, supo que su vida estaría ligada al fútbol. No lo haría desde la cancha -pues fue la primera opción que descartó-, y en realidad no tenía claro desde qué otro rol podía convertir su amor por la esférica en su vocación, pero ya estaba eclipsado por la melena de Leonel Álvarez, el particular rubio del ‘Pibe’ Valderrama y el porte de Freddy Rincón.
«Nunca practiqué el fútbol, pero siempre lo vi como un deporte con un poder transformador muy fuerte».
Lejos estaba aquel niño, atraído unos años después por el Independiente Medellín del 2002, de saber que ese sería el primer peldaño del camino hacia el nacimiento de Una cancha, un proyecto transmedia de impacto social que a la fecha ha dejado más de doce mil beneficiados a lo largo del país.

Óscar Cardona, de la mano de Una cancha, ha acompañado el proceso de intervención de varios escenarios deportivos en el país. Fotografía: Cortesía.
Para entender la génesis de esta iniciativa, hay que retomar los inicios de Óscar, graduado en Comunicación y Lenguajes Audiovisuales, magíster en Comunicación y apasionado por las artes, la imagen y el fútbol, ramas que parecen distantes, pero que de alguna forma siempre convergen.
«El arte llega a mi vida por un tema familiar. Vengo de una familia que siempre ve en el arte una forma de expresión y contar historias, desde ahí empecé a tener una cercanía muy fuerte con el dibujo, la pintura y la escultura, pero cuando fui creciendo encontré nuevas formas de contar historias, en la universidad me enamoré de la fotografía, del cine y lo audiovisual».
La primera relación que encontró entre el balón y la estética se retoma a las Copas del Mundo contemporáneas con su infancia, pues en su familia coleccionaban las revistas de la cita orbital y él, más que impresionarse por las gambetas de Roger Milla, la destreza de Gary Lineker o la precisión de Lothar Matthäus, se dejó llevar por el diseño de los escudos, los colores de los uniformes y todo lo que cada selección nacional representaba gráficamente.
Su pasión por las insignias de las instituciones deportivas trascendió cuando hizo parte de la renovación de marca de Leones Fútbol Club, equipo de la segunda división del Fútbol Profesional Colombiano. De pequeño creó cientos de versiones del escudo del DIM y después se encargó de plasmar la representación de un municipio para el plantel que en ese entonces militaba en Rionegro.
El camino hacia Una Cancha
Aunque aún carece del folclor y la mística propia de otros países sudamericanos como Brasil y Argentina, el fútbol se ha consolidado como el deporte por excelencia en Colombia. Otras disciplinas han dado mayores alegrías, desde títulos mundiales hasta medallas olímpicas, pero la atracción por el balompié supera cualquier tipo de entendimiento a través de una fe ciega que reúne multitudes en los estadios, los bares, las esquinas, las canchas y cualquier otro escenario donde se pueda ver y practicar este deporte: «El fútbol hace parte de nuestro ADN como colombianos, está en nuestras conversaciones sociales, de chiquito te preguntan de quién eres hincha».
El Fútbol Profesional Colombiano cuenta a la fecha con 36 equipos en sus dos categorías. Ciudades como Medellín, Cali y Bogotá se alzan como las principales animadoras, pero la democracia de la pelota también ha llevado los reflectores a Tunja, Villavicencio, Santa Marta y más localidades, incluso algunas temporales por causa de las instituciones nómadas. Respecto al negocio, es una industria que deja $148.700 millones de pesos en ganancias a los equipos profesionales, teniendo en cuenta factores como boletería, derechos de televisión, publicidad y patrocinios.
Ahora bien, dejando de lado los números, es un gremio particular que se desenvuelve en lo privado con intereses públicos y que puede permitir que un joven que nace en una zona de escasas oportunidades termine firmando un contrato multimillonario: «El fútbol maneja un tema humano muy fuerte, porque le da oportunidades a quien nace sin ellas», afirma Óscar, quien a partir de eso se planteó la pregunta que llevó al nacimiento de Una cancha llamada Medellín: «¿Cuál es el retorno que el fútbol profesional le va a dar a la base?»

En febrero de 2025, Jhon Jáder Durán se convirtió en el futbolista colombiano más caro de la historia (77 millones de euros). Fotografía: aparición del jugador en el capítulo 8 de la cuarta temporada de Una Cancha.
Ese cuestionamiento fue la primera pisada de un recorrido por las 16 comunas y los cinco corregimientos de Medellín. Inicialmente, en este camino conoció el significado del fútbol en cada comunidad, pero también las dinámicas que se viven cuando hay un balón de por medio: «Al momento de jugar, se generan treguas muy bonitas en los barrios. De hecho, por eso este proyecto se trabaja a blanco y negro, pues en la cancha todos tenemos el mismo color, somos iguales».
El primer producto fue una serie fotográfica que dejaba entrever el juego como parte de la cultura popular medellinense. Para Óscar representó, entre otras cosas, quedarse con una beca de creación de la Alcaldía de Medellín y el primer puesto del concurso Con la pelota en la cabeza.
Después de ahí, continuó un proceso de crecimiento exponencial, hasta que Una cancha llamada Medellín llegó a la pantalla de Telemedellín a través de una serie documental. Ese fue el comienzo de la verdadera magia, porque se empezaron a visibilizar proyectos y necesidades, al mismo tiempo que se encontraban apoyos desde lugares que su propio creador no lograba dimensionar.
«Es increíble que hoy vean la serie en Argentina, Chile, México, Ecuador… La gente me pide que lleve ‘Una cancha’ al Amazonas y a otras partes».
Un proyecto que se transforma desde su esencia
Lo que partió desde la fotografía, después se trasladó a un documental. Con el pasar del tiempo también se volvió un espacio de formación, de entrega de uniformes, de donaciones y de trabajo social. El mismo año de su lanzamiento llegó el primer apoyo de Arden for Men, un año después -en plena pandemia-, se sumaron Dimayor, Win Sports y Golty, y ni hablar de los nombres que se vincularon en el camino, como Mauricio Molina, John Javier Restrepo, Davinson Sánchez, Carlos Cuesta, Tito Pucetti y Andrea Guerrero.

Escenario deportivo de la ciudad de Medellín. Fotografía: Archivo Una cancha.
Esa facilidad para mutarse e impactar desde diversas vertientes no proviene del lanzamiento en 2019, sino que se remonta a 1986, cuando Óscar Cardona veía sus primeros partidos de fútbol: «Siempre lo viví como más que un partido; esta es, en realidad, la consolidación de muchos años de experiencia».
Aunque el propósito inicial no estuvo fundamentado desde lo social, sino desde lo experiencial, Una cancha llamada Medellín dio muestras rápidas de su capacidad de impacto. Claro está que la materia trabajada se presta para ello, pues el país está lleno de templos del fútbol oficiales e improvisados; solamente en Medellín hay 1024 escenarios deportivos administrados por el Inder, y el eje siempre es el balompié. Y en muchas ocasiones no hay líneas de cal, ni porterías, ni silbatos, ni espinilleras, ni guayos, ni hidratación, ni espectadores, ni entrenamientos previos, pero hay un balón, al menos dos protagonistas, y la capacidad de imaginar que la esquina del barrio se convirtió en un estadio europeo donde se alberga la final más importante del continente.
«Mientras que el fútbol sea una manera para que un niño que nació en un contexto difícil pueda ver el mundo de otra manera, se están salvando vidas. Yo conocí a un chico en Yopal (Casanare), que tuvo que salir desplazado del Catatumbo; él decía que prefería ver balones corriendo en lugar de balas. Cuando escuchas un testimonio como ese, entiendes el poder transformador de este deporte».
Infortunadamente, Colombia es un país marcado por la violencia; hablar del contexto histórico implica agregar nombres de narcotraficantes que azotaron la nación en su capítulo más oscuro, organizaciones paramilitares, grupos al margen de la ley y mafias en los barrios. Al momento de la redacción de este artículo, el primer mes de confrontaciones entre el ELN y el Frente 33 de las disidencias de las Farc había dejado cerca de 60 muertos y más de 50.000 desplazados en el Catatumbo.
Este tipo de escenarios donde las oportunidades parecen escasas, son justamente la puerta a iniciativas como las compartidas por Una cancha, más aún cuando existen ejemplos de lo que se puede lograr gracias al deporte: «Conozco jugadores que se formaron en lugares complicados, y es bonito que mostremos esa realidad, porque hoy ellos les están dando otra vida a su familias. Es maravilloso ver que un entrenador de fútbol en una comunidad le ‘roba’ niños a la violencia y a la droga, incluso a la tecnología. Estos personajes los alejan de contextos difíciles, que muchas veces se presentan en sus mismas casas, así que se convierten en entornos seguros por algunas horas».
«Algunos aficionados le han dado una connotación negativa y violenta al fútbol, pero es más lo que hay por rescatar».
La rutina de cambiar vidas
Una Cancha -que pasó de llevar a Medellín en el nombre para expandirse hacia todo el país-, ya lleva cuatro temporadas como serie audiviosual. En ese lapso, van más de 12.000 personas beneficiadas, 300 líderes formados y 3.000 implementos deportivos entregados.
La esencia altruista es innegable, y podría decirse que es heredada, porque Óscar creció con los ejemplos sociales de su abuela -enfermera-, su abuelo -político-, y su madre -vinculada al sector de la salud-. Es desde ahí que se desliga el segundo elemento de la historia, la Fundación Arte para el Cambio, también fundada por él. Esa idea se materializó en medio de la pandemia del 2020, con el objetivo de apoyar a otras organizaciones sociales que trabajan en las comunidades: «Yo quería darle vida a una fundación autosostenible, que pudiera recibir ingresos a través de la generación de proyectos de alto impacto. Nosotros llegamos a una comunidad, vemos sus necesidades, y a través del arte obtenemos el apoyo necesario para ayudarles».
En realidad, a medida que se habla de las anécdotas de estos años de trabajo, se vuelve más difusa la línea entre lo que se impacta con la fundación y lo que se hace desde Una cancha, más aún cuando lo primero llegó inspirado por la existencia de lo segundo.

Intervención artística en la cancha Santa Ana, Itagüí. Fotografía: Una cancha.
Lo cierto es que la presencia de ambos proyectos ha significado un cambio en la vida de varias comunidades, a través de acciones que también marcaron a su fundador: «Una vez restauramos una cancha en Itagüí y la directora de la Junta de Acción Comunal nos decía que le habíamos dado vida al barrio y a la gente desde la dignificación de su espacio. En Nueva Venecia, allá en la ciénaga grande de Santa Marta, Falcao donó una cancha años atrás y se dañó por el agua salina, pero, gracias al documental que hicimos, la Gobernación del Magdalena la reconstruyó. Y no ha sido solo un tema del fútbol, porque incluso llevamos instrumentos musicales a los chicos de la Fundación Carlos Cuesta».
A sus 25 años, Carlos Cuesta, benefactor de la fundación mencionada anteriormente, ya jugó en Atlético Nacional de Colombia, Genk de Bélgica y actualmente milita en el Galatarasay turco, tasado en un valor de cinco millones de euros. En su colección de trofeos se destaca la Copa Libertadores, la máxima ilusión de cualquier niño que aspira a defender los colores de alguna institución en este lado del mundo. Después de lograr tanto, el nacido en Condoto buscó la forma de retribuir lo que recibió en el lugar que lo vio nacer y donde soñó con vivir del fútbol antes de convertirse en jugador profesional.
«Nuestro objetivo es darles oportunidades a nuestros niños para que inviertan el tiempo libre sanamente y salgan adelante haciendo lo que les gusta. Inicialmente apuntamos a la parte deportiva, pero actualmente estamos vinculados a la cultura, la música, la danza y el inglés», cuenta Yadira Figueroa, quien actualmente dirige esta organización sin ánimo de lucro.
Ubicado en el departamento del Chocó, Condoto es un municipio caracterizado por un clima lluvioso, donde las abundantes precipitaciones han llevado a la proliferación de paisajes verdes. Su suelo es próspero, pero su historial de futbolistas legendarios no. Las pocas oportunidades que allí se brindan, sumado a que el departamento no tiene un equipo de fútbol profesional, hace que sus mayores talentos y soñadores deban migrar a ciudades donde puedan mostrar sus habilidades ante el mundo. Carlos, por ejemplo, tuvo que llegar a Bello, Antioquia, donde empezó a escribir su verdera historia.

Mauricio Molina, campeón de la Copa América 2001, participó de la intervención en Condoto. Fotografía: Cortesía.
Por eso, sorprende que un proyecto como Una cancha, consolidado en una de las ciudades principales del país, haya señalado a Condoto en el mapa para vincularse a la fundación de uno de los jugadores que frecuenta con regularidad las convocatorias de la Selección Colombia. «Óscar (Cardona) llegó en 2022 y se interesó por las actividades y necesidades de nuestro municipio, más aún cuando los niños de acá son amantes del fútbol. El impacto inicial fue de visibilización, porque encontramos personas en el medio que nos ayudaron desde esa fecha. También, hicieron una donación de implementación deportiva y hemos sido tenidos en cuenta en otros proyectos».
A más de 900 kilómetros de este municipio, se encuentra Calamar, adscrito al departamento de Bolívar. Está bañado por el río Magdalena, es la puerta de desprendimiento del canal del Dique y limita con el departamento del Atlántico, la casa del Junior de Barranquilla.
Su bendición geográfica ha contrastado con la maldición del paramilitarismo, un flagelo presente, entre otras cosas, como un coletazo de la crisis histórica de la región del Catatumbo. Jénnifer Rodríguez, médica general desde hace más de una década en el municipio, cuenta que el desplazamiento obligó a que varios amigos de su infancia apenas estén regresando, con el miedo latente de que la situación se repita. Ella trabaja en el único hospital de Calamar, donde llegan los casos del casco urbano, pero también los de los cinco corregimientos aledaños cuando por su complejidad no pueden ser atentidos en sus puestos de salud correspondientes. Su labor social se extendió y se hizo conocida por casi toda esta comunidad de poco de 20.000 habitantes, por lo cual no es de sorprender que haya sido la persona encargada de relacionarse con el equipo de Una cancha cuando mostró interés en sumarse a su causa.

El periodista Tito Pucetti ha sido parte del trabajo en pro de su municipio. Fotografía: Una cancha.
Antes de eso, ella había conocido el caso de un niño con un alto grado de desnutrición, armó un equipo de trabajo para hacer viral la situación y recolectaron fondos apoyados por el periodista Tito Puccetti, oriundo del municipio, y su esposa. No solo lograron ayudar al niño, sino que además consiguieron mercados para cerca de 30 familias de Calamar. Después de eso, se dio la visita de Una cancha llamada Colombia, como un bálsamo para revivir el espíritu deportivo de la comunidad: «Ese día regalaron zapatillas y el profesor de la escuela de fútbol lo vio como una bendición, porque seis de sus niños no tenían«.
Estos testimonios seguirán siendo parte de la esencia del proyecto, y Óscar continuará llevando una rutina sencilla donde hay espacio para la intervención social. Su vida en Medellín se desenvuelve desde la tranquilidad. En la mañana medita, ora, hace deporte y lee. Después divide su espacio de trabajo entre su casa y el estadio de Leones, atendiendo reuniones y desarrollando ideas. En la noche comparte con su esposa, aprovechando las ocasiones en las que no hay viajes laborales de por medio. En su relación no hay hijos naturales, pero sí han trabajado en conjunto por la formación y el crecimiento de un proyecto cuidado con un amor paternal, para que siga demostrando que el fútbol es un deporte donde se cambian más vidas de las que pueden contar los 22 protagonistas que se enfrentan en el campo de juego.
Información adicional
- La cifra de los $148.700 millones de pesos en ganancias para los equipos del FPC en 2023 fue publicada en el Comportamiento Financiero del Fútbol Profesional Colombiano realizado por la Superintendencia de Sociedades.
- La cifra de 50.259 desplazados y 57 muertos en la región del Catatumbo fue compartida el viernes 14 de febrero de 2025 por el PMU.
- Los datos relacionados con el alcance de Una Cancha se encuentran en la página web oficial del proyecto.